La protagonista de "Cantando con Adriana" nos cuenta sobre sus comienzos, sus nuevos proyectos y lo que significan para ella los niños y la música.
¿Cuándo empezaste y cómo nació tu vocación?
Empecé hace mucho siendo maestra jardinera, que fue mi primer gran vocación, junto con ser mamá. Y empecé cantando, con guitarra en mano, a mis alumnos y veía que se generaba un clima muy especial, muy divertido, y sentía que la música llevaba a un lugar especial. Y ahí me pregunté por qué no enseñar los contenidos pedagógicos que tengo que enseñar pero de una manera distinta, cantando, bailando, y empecé a poner música en esos momentos también. Y era mágico. Y los papás me decían: -¿Me podés grabar lo que les cantás? Porque llegan a casa y cantan todo el día las canciones que aprenden con vos-. Entonces yo le grababa a cada uno las canciones. Y un día le propuse a la escuela donde yo trabajaba grabar un disco, para que cada nene se lleve un pedacito de su mundo del jardín y lo comparta con mamá y papá. Y me miraban raro, cómo diciendo: -Estás loca, somos docentes, ¿cómo vamos a hacer un disco?-, pero igualmente me dijeron: -Hacelo-. Entonces, ese “hacelo” fue muy bueno para mí, y empecé a buscar cómo hacer el disco. Y un padre de uno de los nenes trabajaba en una discográfica y se interesó por la idea. Y esos tres primeros discos que eran del jardín donde yo trabajaba fueron un éxito impresionante, y superaron el objetivo.
¿En ese disco ya eras mamá?
Sí. Estaba Juli, de 2 años, quien le decía a todos los amigos que era la mamá la que cantaba en el disco, y todos los chicos le decían: -Sí, mi mamá también canta-. Y no les podía explicar que era yo. Algo parecido me pasaba cuando iba a animar fiestas infantiles y los padres de los nenes me decían: -Tenés la voz igual a la chica que canta en los discos de Amapola-. Y todo eso era porque no aparecía mi nombre, sino el de la escuela. Entonces lo hablé con la escuela y no quisieron que esté mi nombre. Y ese fue un momento bisagra en mi carrera, que fue cuando Sergio (mi esposo) me propuso empezar con “Cantando con Adriana” y en ese momento me pareció que nadie lo iba a conocer, pero él me decía que era lo mío, mi voz, las canciones que yo cantaba, y ahí empecé y hoy por hoy hay 10 discos de “Cantando con Adriana”. Y se abrió un mundo. Y aprendí con muchos llantos, que cuando una puerta se cierra es por algo.
¿Cuándo sentiste un click en tu carrera?
Creo que al momento de mi primer espectáculo. Yo trabajé 7 años en el Teatro la Galera, dirigida por Héctor Presa, con quien estoy súper agradecida. Y ahí sentí la magia del teatro, no me quería bajar del escenario. Y me llamó Héctor y tuve que colgar el delantal porque necesitaba mucho tiempo y esfuerzo para dedicarme a esto. A mí me encantaban las obras de Hugo Midón. Y me acuerdo en un momento preciso en que estaba viendo con mi esposo y mis hijos una obra que se llama “Objetos Maravillosos” y me moría por subirme al escenario. Y cuando llegamos a casa, Sergio me dice: -Si de verdad es tu sueño algo tenés que hacer para que alguien se entere-. Así que empezamos a llamar a teatros y en el Paseo La Plaza nos atendió un señor que conocía los discos. Entonces se arregló una entrevista, así que de ahí en más dependía de mí hacer un espectáculo. Y ahí es donde empecé a cranear todo y a sentir que los sueños hay que hacerlos. Entonces tuvimos la reunión en la semana. Pensé en todo el espectáculo, se los conté y me contrataron. Hacíamos dos funciones por día. Con la escenografía que hacíamos en casa. Y al año siguiente me dieron una sala más grande todavía y hacíamos otras dos funciones por día a lleno total durante tres años seguidos. ¡Y no lo podía creer! Pero siempre dudaba si la convocatoria no dependía del Paseo La Plaza que estaba buenísimo. Así que decidimos alquilar un teatro propio y tirarnos a la pileta, sin saber si convocábamos gente o no. Entonces alquilamos el Auditorio Armenio, que no era un lugar propio de vacaciones de invierno, pero nos la jugamos y el teatro se llenaba. Dos funciones por día, con gente afuera. Y ahí pude decir que tomé conciencia de lo que era lo que estábamos haciendo.
¿Y cómo siguió?
Y luego empezamos a trabajar en el Auditorio San Isidro fuera de temporada y también lo llenábamos. Y después en el Auditorio Belgrano, que es un lugar precioso y llenábamos. De ahí a la calle Corrientes de nuevo, en el Metropolitan. Y volvimos al Auditorio Belgrano, pero hubo unos cambios en la administración que en definitiva nos llevaron a tener que volver a la Calle Corrientes, pero en este caso al Teatro Astral. Y ahora va nuestra sexta temporada.
¿Cuáles podrías mencionar como tus referentes artísticos?
Hugo Midón, porque le dio un nivel al teatro para niños, no les grita a los niños, se divierte toda la familia. Valora y deja un mensaje a los niños. Héctor Presa también porque tiene una línea pedagógica muy presente, que me enseñó a jugar un juego imaginario en el escenario, con elementos cotidianos, que con un almohadón podés jugar que es un sombrero o un paraguas y cuando los niños vuelven a la casa juegan con eso mismo; me enseñó a hacer todo eso con una muy linda estética. También María Elena Walsh que fue mi infancia. A todo eso lo procesé y le dí mi impronta.
¿Los niños o la música o las 2 juntas?
Los niños me encantan y la música es mi pasión para llegar a ellos. La música llega a un lugar donde no llega otra cosa, por eso hay muchos chicos con TGD que se enganchan de esa forma.
¿En el mundo de los chicos el arte y los valores van de la mano. Cuáles son los valores que te gusta transmitir?
Tengo una lista infinita. Pero parto por el respeto. El respeto que creo que está bueno inculcarlo del adulto al niño, si querés que el niño te escuche también escuchalo, miralo a los ojos. Eso tiene muchos valores en si mismo, escuchar, hacer silencio cuando el otro habla, hablar en su momento. Me gustaría que el mundo tenga un stop. Porque vamos a una velocidad enorme. Y tenemos que darle espacio a nuestros hijos, aunque sea en esos momentos muy chiquitos que tenemos, porque son chicos ahora, y no se va a repetir, ahora es el momento. Entonces apagá la compu, apagá el celular, y jugá y aprendé también a jugar con ellos. Si jugás a los autitos, jugá en serio, proponé hacer una carrera. Y también el respeto a los abuelos, a los mayores, que tienen sabiduría, tiempo, y entonces llamalos, visitalos, dales un abrazo. También ser solidarios. Enseñarles a ser solidarios. Con cosas chiquitas y concretas, por ejemplo, juntar las tapitas, ir a un restaurante y pedirle al mozo las tapitas y que ellos lo vean. Mirar alrededor. Cuando alguna ropita les queda chica, mostrarle que la lavamos, la planchamos y se lo regalamos a otro nene. Son cosas que nos van quedando. Lo más importante es formar a esa personita, con los valores que vos querés inculcarles. Porque lo que va a quedar son esos valores, de eso te vas a sentir orgulloso.
¿Qué estás haciendo actualmente?
Mi gran novedad es mi inserción en la tele. Que no es la primera vez que me lo habían ofrecido, pero como no corro carreras contra nadie, ni tengo ambiciones de fama y dinero, quise hacerlo en el momento en que yo quería. Y acá apareció desde otro lugar. Todas las producciones las hacemos nosotros, los discos, los libros, los DVD, etc. Entonces como no podía sumar a todo eso la tele, porque si no ¿cuándo iba a ver a mis padres, estar con mis hijos, salir al cine en familia? Entonces esta propuesta que surgió de Argentiniños, que es una producción de Ideas del Sur, hay un cuidado muy especial. Se emite los sábados a la tarde en el Canal 9. Es un concurso donde lo más importante es que nadie pierde. Y te decía que la propuesta es diferente porque acá soy jurado, no guionista, productora, que lo soy en todo el resto de las cosas que hago. Es desde otro rol, con un equipo de producción buenísimo. ¡Me encanta! ¡Estoy muy contenta!
¿Y próximos planes?
Seguir con el Teatro Astral con “El Sapo Poing Poing Cumple Años”. Hacer giras. Llevar el show a todos lados que podamos. Uno que está acostumbrado a Capital, el recibimiento que uno tiene en el resto del país es maravilloso. Te reciben de otro modo, con carteles, y después te escriben al Facebook, y te cuentan lo que quieren, lo que reciben, lo que desean. Y te mandan videos, y eso es impagable. Te mandan cómo reciben las canciones cuando están en sus casas.
Y para lo último, lo que nosotros llamamos la “Reflexión Todoinfantil”: algún comentario o consejo que quieras dejarle a los papis de los chicos que leen TODOINFANTIL.COM.
A los padres: Disfruten de sus hijos, que son el tesoro más maravilloso que puedan tener. La rutina te hace salir del eje y perder qué es lo importante. Cada momento de tu vida y de tus hijos es único. Darte y darles un rato de unión de verdad con tus hijos, con lo que te gusta, cantar, pintar, mirar un partido de fútbol, lo que sea. Uno deposita en la escuela la educación. Y si bien los contenidos son importantes, lo importante es el día a día. Y por eso es tan importante buscar momentos con ellos intensos. La estimulación está buenísima. Pero la sobreestimulación no es buena. Y los chicos dicen: -¿Y hoy a dónde vamos?-. Y lo mejor es que haga otra cosa, con tantos juegos que tiene en la habitación. Y una cosa importante es poder equivocarse. Y enseñar que existe el error también a nuestros hijos. Y que se pueden tomar medidas equivocadas, pero si no afectan a nadie, volvemos para atrás y seguimos adelante.