Pishing, hacking, cyberbullying y sexting son palabras inglesas que resuenan mucho últimamente. Pero, ¿qué es todo esto y cómo afecta realmente a mi familia?
La tecnología trae muchos beneficios para los niños y su aprendizaje. Investigadores y científicos comienzan a hablar sobre la influencia benéfica del uso de la tecnología a la hora de aprender y desarrollar distintas capacidades cerebrales en los chicos. Por otro lado, temas que antes parecían aburridos pueden presentarse de conceptos complejos, como los matemáticos o los relacionados a la ciencia. A través de los juegos, videos o distintas aplicaciones, se puede desarrollar exitosamente el uso de la memoria y la incorporación de temáticas avanzadas. Asimismo, el uso correcto de Internet ayuda a que los niños amplíen sus conocimientos y descubran temas de su agrado. Además, las nuevas tecnologías ofrecen opciones de recreación y funcionan como un estímulo de la comunicación social o intrafamiliar gracias a las redes sociales, servicios de mensajería y plataformas de comunicación por video o audio, entre otras.
Como contrapartida, las nuevas tecnologías incorporan y potencian múltiples peligros para nuestros hijos y la familia. Algunos términos relevantes en este tema son:
• PISHING
Técnica de robo digital de información confidencial o identidad. Delincuentes cibernéticos buscan obtener datos personales, como contraseñas o datos bancarios y tarjetas de crédito, de manera ilícita al engañar a la persona. Este engaño se realiza a través de una comunicación electrónica que parece pertenecer a una empresa confiable y real, pero no es más que una copia fraudulenta. Un ejemplo común es recibir un email del “banco” pidiendo que se confirme información acerca de la cuenta de manera urgente, haciendo click en el link indicado.
• HACKING
Acceder a una computadora o sistema sin autorización, logrando ver y copiar información personal y hasta confidencial. Asimismo, una vez garantizado el acceso al sistema o computadora, el hacker puede forzar al equipo/sistema a realizar acciones involuntarias de su dueño, como por ejemplo, el borrado de archivos, el inicio de programas o la publicación de data.
• DEPREDADORES ONLINE
Personas que crean perfiles falsos para acercarse a los menores de edad. Generan un vínculo de confianza con el menor, que no sospecha de sus malas intenciones, al sentir que comparten intereses, sentimientos e inseguridades. Los chicos comienzan a confiarles información acerca de su vida y la de sus familias, volviéndose vulnerables y desprotegidos.
• SEXTING
Envío de mensajes, emails, videos, fotos o imágenes con contenido sexual a través de sistemas de mensajería instantánea, redes sociales o correo electrónico.
• CYBERBULLYING
También llamado ciberacoso. Se trata del tormento, acoso psicológico, humillación y hostigamiento perpetuado por un par a otro. Este tipo de ataque lo realiza un menor a otro menor a través de medios digitales y mobile como las redes sociales, videojuegos, foros, blogs, mensajería instantánea y mensajes de texto, etc. El acoso incluye insultos, chantaje, ofensas, calumnias, rumores, y violencia verbal, entre otras, que generan consecuencias psicológicas graves a la víctima como agobio y depresión.
La seguridad online tiene muchas facetas distintas y debe ser un tema central a la hora de plantear la educación y el cuidado de los hijos. Hay que modernizarse y entender que consejos como “no hables con extraños” no solo son relevantes en el mundo offline sino también en la vida online. Los famosos depredadores online se esconden detrás de perfiles sociales simpáticos y atractivos para los chicos, colándose lentamente por la red de amigos y engañando al colectivo para que confíen en ellos. Estos depredadores se las ingenian para crear un mundo online acorde a los gustos y preferencias del grupo de chicos o adolescentes al que apuntan. Frente a un análisis naïve y sin prejuicios, su imagen digital no muestra nada extraño y no hay barreras por las cuales no “hacerse amigo” de este desconocido que comparte sus mismos códigos. Poco a poco, los chicos van entregando información sobre su vida y sus familiares, quedando todos expuestos y desprotegidos tanto en el mundo cibernético como en el mundo real.
Incluso, los peligros muchas veces son generados por los mismos niños. El maltrato diario hacia algún compañero es más factible y se encrudece bajo el anonimato digital, lo cual resulta en perjuicios serios con consecuencias psicológicas graves para el damnificado. Los padres quieren evitar que sus hijos vivan situaciones tan hostiles y tratan de protegerlos de estos riesgos. Pero, ¿son conscientes de que sus hijos pueden ser los generadores de estos incidentes? ¿Están al tanto que son ellos los responsables legales de las acciones digitales de sus hijos?
El Código Civil y Comercial de la Nación Argentina establece, en el artículo 1754, que “los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos”. El Código, además constituye en el artículo 1756 que “los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, los tutores y los curadores son responsables como los padres por el daño causado por quienes están a su cargo”. En otras palabras, las acciones digitales de los hijos generan la posibilidad de responsabilidad de sus padres. Esto se aplica de la misma manera a los tutores y curadores de los menores.
Otro factor clave a tener presente por los padres es que ellos, también, se vuelven vulnerables frente al robo de identidad a través de las acciones digitales de sus hijos. Es decir, que si el infante no conoce las normas básicas de seguridad para evitar exponerse al pishing, pharming o hacking, abre las puertas a desconocidos para acceder a la información digital de toda su familia. Esta data puede ir desde las cuentas bancarias y las tarjetas de crédito de los padres hasta la dirección exacta del lugar de trabajo, las fotos familiares de las vacaciones o el detalle de las actividades recreativas de sus progenitores.
En los tiempos que corren el peligro puede esconderse atrás del monitor que tenemos en casa, la televisión conectada a internet para jugar online o la pantalla que sostenemos en la mano. Las familias deben informarse e incorporar a la enseñanza las recomendaciones necesarias para evitar ser un blanco fácil de ataques cibernéticos. Asimismo, se debe generar consciencia entre los chicos que lo que pasa en Internet tiene consecuencias directas en el mundo real. Sus acciones pueden repercutir negativamente en su familia y hasta legalmente a sus padres, sin dejar de lado que las agresiones hacia compañeros o extraños no se minimizan por el medio en el que se llevan a cabo y lastiman innecesariamente.