A medida que los hijos crecen nos van haciendo distintas demandas y debemos estar preparados para estar a la altura de las circunstancias.
La mirada de los padres siempre es necesaria e importante para los hijos e irá variando en intención, modo e intensidad según las etapas que vayan atravesando. Cuando están en el jardín, los distintos padres se van conociendo a través de actividades propuestas por las instituciones educativas y reuniones espontáneas y/o programadas que se realizan fuera de la misma. ¿La intención? Que las familias se conozcan. Los chicos empiezan a ser invitados a jugar a casas que no son de familiares o gente amiga y, si bien en un primer momento suelen quedarse también los padres, a medida que crecen lo hacen solos y es importante saber qué familia está recibiendo y cuidando a nuestros hijos, y sentirnos seguros que estarán bien, porque nuestra seguridad será fundamental para transmitirles a ellos la confianza necesaria para quedarse en una casa ajena y facilitar así, poco a poco, su independencia. Los hijos siguen creciendo y cada vez visitan más casas de amigos y disfrutan de una vida social más activa. Los padres, por su lado, van conociendo a los chicos que visitan sus casas, recordando nombres, intereses y viendo cómo es el vínculo que se va entablando entre ellos. Entrando a la primaria, los grupos de padres en esta etapa suelen fraccionarse más. Los encuentros fuera del colegio generalmente se dan solo con los padres del grupo de pertenencia de sus hijos, se ven en las reuniones de padres propuestas por el colegio una o dos veces al año y tal vez, al igual que en el nivel inicial, están conectados por algún grupo de whatsapp o red social que los mantiene “comunicados” con el resto de los padres del grado. Simultáneamente, las idas a las casas de los amigos aumentan, en cantidad y tiempo que duran las visitas. Se organizan “pijamadas” a modo de festejos de cumpleaños o como algo distinto para hacer en el fin de semana, así como también pueden empezar las invitaciones a compartir algunos días afuera con la familia de algún amigo. En el nivel medio, los hijos ya están más grandes, no quieren que los padres se “inmiscuyan” en sus cosas, quieren actuar de manera independiente y resolver sus cosas solos. Aumenta el número de alumnos y ya sea que continúan o no en el mismo colegio, suelen conocer muchos compañeros nuevos. Lamentablemente, muchas veces son menos los padres que asisten a las reuniones propuestas por el colegio y los grupos masivos de redes sociales suelen dejar de existir. De esta manera, la comunicación entre los padres en esta etapa es proporcionalmente contraria al crecimiento de sus hijos. Sin embargo es el momento evolutivo de los hijos donde los padres debemos estar más presentes y comunicados entre sí. Es en este tiempo donde conocen gente nueva, pasan más tiempo fuera de casa, se manejan solos por la calle, toman decisiones más autónomas, etc. Entonces se vuelve aquí fundamental afianzar esa red de padres que se empezó a construir allí por los primeros años de vida de los hijos. Es importante saber los valores de las familias que albergan seguramente muchas horas a los hijos para hacer tareas, trabajos o simplemente compartir el día. No estamos haciendo referencia a que debemos ser amigos de los padres de los amigos de nuestros hijos, sino que debemos conocerlos, saber quiénes son, dónde viven y ante cualquier situación tener un teléfono donde poder llamarlos. Este es el modo de saber qué expectativas tienen para ellos, valores, modos de educarlos, etc, y ver si coinciden y se asemejan o no con los propios. A medida que los hijos crecen nos van haciendo distintas demandas y debemos estar preparados para estar a la altura de las circunstancias. Cuanto más comunicados y en sintonía estemos los padres entre sí, más fuerte será esta red que podrá contenerlos y acompañarlos en su crecimiento.
Lic. María Elena Peruilh
Psicopedagoga